Alemania recuerda las primeras deportaciones de judíos, hace 75 años
Unas 200 personas se congregaron en la estación de trenes Grunewald de Berlín para recordar a las víctimas de la primera de las deportaciones sistemáticas de judíos a guetos y campos de concentración y de exterminio, que hace hoy 75 años llegaban a su destino, el gueto polaco de Lodz.
Bajo un cielo gris, los asistentes al acto depositaron rosas blancas en las vías y a lo largo del andén número 17 de esta estación, del que partió ese primer transporte de víctimas del nazismo.
El presidente del Parlamento alemán, Norbert Lammert, llamó a combatir el antisemitismo y la xenofobia, al tiempo que subrayó que la democracia sola no es capaz de inmunizar contra el extremismo y el fascismo.
Por eso, actos conmemorativos como el celebrado en el andén número 17 de la estación de Grunewald son “tan importantes, porque son no sólo una expresión de respeto hacia las víctimas, sino también de responsabilidad hacia el futuro”, afirmó.
Horst Selbiger, testigo del Holocausto, pronunció en un emotivo discurso el nombre de los seis bebés que viajaron en esa primera deportación y que murieron asesinados en 1942.
“Seis (víctimas) por seis millones de judíos asesinados, sacrificados, matados de hambre, golpeados, quemados, muertos en manos de los asesinos alemanes y sus cómplices”, dijo.
Selbiger, de 88 años, pidió: “Por favor, luchen conmigo para que semejantes asesinatos de niños a nivel industrial no vuelvan a ocurrir.”
El primero de estos denominados “transportes especiales” hacia el este europeo partió el 18 de octubre de 1941 desde el andén número 17 de esta estación berlinesa, con más de mil hombres, mujeres y niños hacinados en sus vagones.
El objetivo era convertir Berlín en una ciudad “libre de judíos”, en palabras del ministro de Propaganda nazi, Joseph Goebbels.
Entre octubre de 1941 y 1945, hasta 56.000 judíos fueron enviados sólo desde Berlín en trenes de mercancías a guetos y campos de concentración y exterminio nazis. En toda Alemania, fueron al menos 130.000, de los que apenas nadie sobrevivió.
A este primer transporte siguieron otros 183, frecuentemente con una diferencia de sólo unos pocos días, a los guetos erigidos por los nazis en Lodz y Varsovia (Polonia), Minsk (Bielorrusia), Riga (Letonia) y Theresienstadt (Checoslovaquia), así como al campo de exterminio de Auschwitz (Polonia).
El régimen nacionalsocialista alemán contó con la complicidad necesaria del Reichsbahn, los ferrocarriles del III Reich, sin el cual las deportaciones no habrían podido realizarse de manera tan amplia, rápida y eficiente.
Aunque la mayoría de estas deportaciones se llevaban a cabo en sencillos vagones de mercancías, la tarifa que se aplicaba a los que eran transportados a una muerte casi segura era la de un transporte en tercera clase.
Los adultos debían abonar cuatro céntimos por kilómetro recorrido, los niños entre cuatro y diez años, la mitad, y los más pequeños no pagaban.
Cuando el transporte superaba las 400 personas, el Reichsbahn aplicaba una tarifa reducida para grupos.
Las deportaciones constituyeron así también un negocio en el que la vida de los deportados, como dijo Lammert, “no valía ni un céntimo”.
En 1998 fue inaugurado un monumento conmemorativo en el andén número 17 para recordar a las víctimas de estas deportaciones.
En el borde del andén, unas placas colocadas en orden cronológico conforman un listado de todas las deportaciones, que se llevaron a cabo desde esa estación entre el 18 de octubre de 1941 y el 27 de marzo de 1945, con la cifra de deportados y su destino. EFE
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